domingo, 17 de mayo de 2009

#1

Estuve en un taller de grabado en el trabajo.

Ahí conocí a la Sra. Maricarmen, quien el último día del curso me dijo que su madre vive enfrente de mi casa, y que ella iba varios días a la semana a cuidarla.

También me dijo que veía salir a un chino seguido por ahí. Que lo veía salir y entrar, a veces con su novia ("la otra china", Sra. Maricarmen dixit).

Yo le dije que yo era ese chino, que nomás me había cortado el pelo unas semanas antes.

Ella dijo: "No, un chino"

Yo: "Deveras Señora, soy yo, me acab...", su mirada se hizo más diáfana, de esas miradas que de súbito reconocen lo observado.

Yo me sonrojé por varias cosas que dijo del "chino y la china" y la plática y risas siguieron.




#2

El otro día pasé por la farmacia Guadalajara que está a la vuelta de Sanborns.

Ya había visto yo muchas veces a la cerillo de la tarde-noche, misma que me sonrió como si me conociera. Yo le devolví la sonrisa por lo antes mencionado y por mera cortesía.

Entre que me cobraban, me dijo que si yo era hermano de un "Señor" que tiene "unos niños güeritos", sonreí y contesté que sí. "Su esposa también es una güerita, ¿verdad?"

Le dije que sí mientras guardaba mi cambio, le dije "buenas noches, que esté muy bien" y salí de la farmacia.

1 comentario:

Zabioloco dijo...

la gente observa....uuuuuy el enemigo público la curiosidad

que bueno que escriba, comunicólogo