martes, 19 de mayo de 2009

Hoy fue un día de esos cambiantes bonitos.

Primero fui al INEPJA (Instituto Estatal para la Educación de Pesonas Jóvenes y Adultos del Estado de Aguascalientes) al inicio de mi capacitación para ser asesor de gente con "rezago educativo", iré de mañana hasta el jueves en el Solidaridad II de 5:00 a 8:00 PM para darle cran a la capacitación.

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Eso primero, luego de lidiar con gente estúpida en el trabajo, la grata sorpresa del Zabio en tierras hidrocálidas, el acostumbrado rolesín ocioso maravilloso, ahora lleno de algo como efervescente, nuevo, vívido. Pláticas en el mismo tono. "Tenía caca en la cabeza" me dijo mi amigo desde hace 20 años, cuando recorríamos aquellos parajes del Campestre y sus callesotas con árboles llenos de recuerdos pubertos colgando de las ramas. Sí, tenía caca igual, siempre la tendrá, pero ese recuerdo puberto de mi pasado se queda cerrado con llave en este enunciado cursi.

Luego la llegada a casa zabihonda y la posibilidad de pasar el cassette "ENTUASIASMO MARY KEY" a la chompu, pero frustrada por las fallas mecánicas de nuestros decks. La opción era con el Talkboy Deluxe de nuestro amigo Santos (quien hace días cumplió años y con el cual se comunicaría mágicamente con nosotros). Con ese Talkboy grabé muchas cosas cotidianas maristinas en los bebedores de afuera del baño de los hombres, en la sierra fría con Chuy, Kikis, Roberto, Name, Santiago, creo que hasta el Pimpollo estaba ahí.

Fuímos a compararle pilas y de pasada unos galonsines de leche, las pilas jalaron, pero a la hora de grabarlo pus nomás no entró machín (se resiste dicha joya protocristiana country a ser valorada por generaciones venideras). Llegamos y cenamos quesadillas (una y media de maíz con jamón para mi papá, una de harina con frijoles, pimienta y sal con ajo para el Zabio, lo mismo para mí).

Mi papá comenzó a hablar acerca de su bisabuelo, quien golpeaba arriba de su caballo con el fuete a quien le pasara por delante y tenía una bala de la revolución atorada en su pecho. También de mi abuelo quien acuñó la bonita frase: "La pura sinvergüenzada", que cuando la dijo mi papá, el Zabio se rió y no pudo más que señalarme y decir: "Y sí".

Éstas y otras pláticas más fueron abordadas por mi papá, quien me sumergió en el remanso de los recuerdos, fechas, ambiciones, objetivos y momentos que hicieron de su vida lo que es hoy. En la mesa, cenando, con Zabio y conmigo.

Mucho hoy que me acordé de mi pubertad y por lo general me gana un sentimiento triste, con unas ganas espantosas de regresar y seguir viviendo con esa libertad oligofrénica de adolescente noventero. Se que es obvio que cada proceso tiene su fin, hoy siento que me perdí (luego del citado periodo y el acabose de otro más) mucho en quimeras mensas, autocomplascencias, ocio de más y una administración tan mala que haría palidecer a cualquier DIF municipal.

Ya no soy ni niño, ni puberto, ni post adolescente. Siempre he sido y seré un hombre, sólo que ahora lo que pienso y siento me demanda centrarme y dirigir mis manos en el manubrio de una manera más cauta y más hacia al futro, mi futuro.

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También el otro día vino Juan, Juan Manuel.

Siempre es agradable pasar tiempo con él, siempre nos une algo muy cabrón en las etapas que vivimos. Siempre nos acordamos de nightswimming de R.E.M. y de como es algo así como el parámtero de todo. Igual que con el Zabio, son como los hermanos que nunca tuve. Y el poder verlos y reír con ellos, llorar con ellos, estar callado con ellos, poder platicar de lo que siento con ellos, que son mi espejo, siempre me reactiva de una manera muy empática y simpática. Creo que lo que vivido, hablado y sentido estos días con ellos es un buen augurio.

Me gusta que Juan tenga un poco más de paz y poder platicar con el a veces hasta esnobeado de música, de cine, de sus miedos, de sus planes, de su ritmo de vida tan alocado y sobrevalorado que tan sólo alguien como él disfruta y lo vive siempre queriendo más. Mi hermanito.

Siempre que apenas estamos empezando a gozar de nuestras presencias, él tiene que partir.

Esta semana me sentí como caminando en el aire muchas veces, una sensación linda, que quiere llegar al otro punto, al otro extremo. Y con la llegada de estos dos babosos, de mis hermanos, pues no queda más que pararse en el caminio, voltear alrededor, sentir como las cosas caen solas, a su tiempo, sonreír y sentir como fluye todo.

Eso es delicioso.

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1 comentario:

Zabioloco dijo...

si, sigo teniendo caca en la cabeza, pero ya se me filtró al cerebro...


gracias por la cámara uuuuuuuh